1972: tan lejos y tan cerca
Entre comisiones de barrio ilegales en el franquismo y casos "aislados"
En los años 70 el movimiento de asociaciones vecinales de Barcelona estaba ya en pie de guerra hasta la siguiente década. Faltaba todo por hacer. La ciudad condal era una urbe sin escuelas públicas, con promociones inmobiliarias sin control alguno donde se creaban grupos de pisos sin servicios básicos, sin hospitales, sin prácticamente alcantarillado. Muchos salían de las barracas o se metían en la autoconstrucción sin mucha garantía, y en medio de una economía bastante apagada la vida se hizo difícil en la mayoría de los barrios.
Se generaron dos tipos de asociaciones, las legales aceptadas por el franquismo y las ilegales. Las segundas se llamaban “comisión de barrio” al estilo de las “comitati di quartiere” italianas. Personas con apodos se reunían en lugares con nombre falso para discutir cómo avanzar en ciertas luchas. En cada barrio había una o varias, y sus cometidos dependían del ímpetu de sus colaboradores. Imprimían boletines informativos y ejercían presión para que ciertos objetivos comunes llegasen a buen puerto. En abril de 1972 hicieron la primera asamblea general de todas las comisiones de barrio donde se dice que acudieron hasta 300 militantes. Desde la distancia suena a todo un éxito teniendo en cuenta que seguía siendo época dictatorial.
Las reclamaciones de ese día se organizaron alrededor de ciertos puntos clave. El primero de todos, el derecho a la vivienda. Se oponían a que la vivienda costase más del 10% del salario familiar. Le seguían las reivindicaciones de equipamientos dignos para el barrio, plazas escolares gratuitas para todo el mundo, un ambulatorio por barrio y un hospital por distrito.
Han pasado 52 años desde entonces y aquí seguimos, pidiendo casi lo mismo, aunque ya nadie habla de menos del 30% del salario (personal, no familiar) para el coste de vivienda. El concepto “sindicato de barrio” podemos decir que son las comisiones de aquel entonces. Y aún hoy el gobierno las teme ya que no cesan en su caza de brujas con no solo sanciones de todo tipo o detenciones arbitrarias, sino también con el uso de agentes infiltrados. Algo debe de ocurrir ahí dentro que genere tanto interés, que siga siendo una unión entre vecinos a proteger.
Este pasado 1 de mayo una nueva agente ha sido descubierta en las filas de los colectivos Movimiento Antirrepresivo de Madrid (MAR Madrid) y Distrito 104 de Aluche. Ni el Ministerio de Interior ni la Policía Nacional han dado explicaciones a las preguntas presentadas por los investigadores, y como siempre se limitan a decir que nos están protegiendo. La misma canción sonó cuando tuvimos (como expliqué brevemente en mi resumen del año pasado) un policía infiltrado en La Cinètika. A mi ese tipo nunca me protegió de nada. Igual que ningún policía de los que investigó aquellas ilegales “comisiones de barrio” de los 70 protegió a absolutamente nadie. Escupo en sus recuerdos sin ningún remordimiento.
Que el poder se ejerza prácticamente igual medio siglo más tarde no es una noticia digna ni de levantar una ceja. Pero los entresijos de la actualidad, tan opacos cuando solo nos informamos a través de medios generalistas o del propio gobierno no dan cuenta de todo esto. Es por eso que me interesa explicarlo desde esta minúscula tribuna. Hay una noticia reciente totalmente pasada por alto para la mayoría. Un joven, Brian Ríos, es detenido en la población catalana de Rubí la noche del 20 de agosto de 2022. Lo llevaron al CAP, lo sedaron y apareció muerto la madrugada del día siguiente en la comisaría, sobre las 4 de la mañana.
Por si esto no es suficiente para llamar la atención, hay una serie de incongruencias que hacen levantar sospechas: no se informó hasta pasadas varias horas de la muerte a la familia, no se permitió ver el cuerpo de la víctima hasta pasados quince días, no se ha registrado la muerte por los Mossos como producida en custodia policial (algo anómalo), no ha habido una sola palabra desde el ayuntamiento (del PSC), se hizo una autopsia en la que no se detallaba en ningún caso la forma en la que murió la víctima (se solicitó una ampliación y se dice que uno de los factores fue por “contención”), los resultados no coinciden con el informe de Mossos… y un largo etcétera de hechos que llevan a la sospecha de incluso el menos escéptico.
Mucha gente pensará leyendo esto que estamos hablando de hechos aislados, es por eso que no solemos oir estas historias. Pero es que pocos periodistas se atreven a investigar este tipo de hechos, con medios como El Salto o La Directa siendo pequeñas excepciones a la norma. Hace también pocas semanas nos enteramos de que Jesús Rodríguez, periodista en La Directa e investigador de varias de estas noticias que aquí se han relatado se fue al exilio. Está imputado en la causa Tsunami Democràtic en un sinsentido judicial, por haber sido informador de los hechos y ser participante en las manifestaciones de 2019. Yo también soy culpable entonces. Se le investigó su teléfono personal por acusarle de tener información previa a las protestas, pero esto es lo que tiene cualquier investigador con contactos y acostumbrado a trabajar en total confidencialidad. Pero todo esto lo explica mucho mejor él mismo en esta entrevista.
La no investigación, el encubrimiento de delitos del estado, las prácticas parapoliciales, y el perseguimiento de múltiples actores que revelan información útil para la ciudadanía es algo que hace medio siglo muchos pensaban que acabarían con el franquismo. No acabaríamos esta larga lista si mencionásemos también a cantantes, titiriteros y otros elementos culturales encausados en ridículos juicios, teatrillos impropios de eso que se llama democracia y que hacen que todos vivamos peor. O casos como Alsasua, las torturas que por ejemplo denunció Ruyman Rodríguez, o tantas otras situaciones estrambóticas que suenan siempre como alteraciones aisladas del orden constitucional. No hemos dejado de necesitar agrupaciones civiles al margen de la ley (desde sindicatos de barrio o inquilinos hasta grupos como Futuro Vegetal, todos ampliamente perseguidos) para parar las violencias que el estado consiente o realiza, y no parece que esto vaya a cambiar en el futuro. Prueba de ello es que esa Ley Mordaza sigue ahí.
Todo esto es un pequeño resumen del estado de las cosas por el lado negativo. Soy plenamente consciente. Pero como vienen elecciones y parece que Pedro Sánchez es una moda entre cierto estrato de jóvenes de Internet (al cuál nunca voy a llegar), quería poner la contra, con una pincelada de historia ya que parece que todo se olvida.
Me parece que todo esto se resume muy bien en la cuestión del apoyo a Palestina, donde se ve perfectamente qué sensibilidad social tiene este partido supuestamente de izquierdas en la guerra más brutal y desproporcionada de este siglo. Pese a las declaraciones negándolo del ministro de exteriores, España es el país que más armas ha exportado a Israel de los países europeos. Hecho que ha llevado a algunas asociaciones a denunciar a España por participar en este conflicto que se investiga oficialmente como genocidio.
Como dice la Comunitat Palestina de Catalunya, este 12 de mayo no votéis genocidio. Y si votáis, tampoco votéis prácticas parapoliciales, faltas graves de la libertad de expresión, etc, porque aunque penséis que no, os afectan directamente. Estaría bien que en 2025 estuviésemos en una situación radicalmente diferente a 1972.
Los datos históricos proceden de este documento. Y la fotografía en la portada de la página una vez más es mía.