Tuve mi primer smartphone con unos dieciseis años. La historia de verdad empieza ahí, pero antes ya comencé a experimentar. En casa tuvimos Internet desde que yo empecé la ESO, y a través del Ares y el YouTube descubrí la música después de prendarme por un vídeo de Green Day en la MTV. El primer disco que me descargué en mi vida fue el Dookie, porque el American Idiot ya me lo habían descargado en casa de un amigo. También lo descargué de nuevo por si acaso faltaban canciones. Tenía doce años cumplidos hacía pocos días. Busqué sus discos, luego busqué “punk”, porque vi que eso era lo que les definía. Esto es lo primero que hice en cuanto tuve conexión a Internet. Y de ahí salieron Sex Pistols, Eskorbuto y más.
Más adelante, con ese primer móvil “inteligente” y conociendo ya las redes sociales de hacía un par de años o tres empecé a contactar con otros también interesados en bandas que me gustaban. Encontrábamos los carteles en Carrer Tallers y luego buscábamos por Internet a ver quién había detrás. Me interesó el hardcore/punk por su mezcla de vida sana y política, aunque al cabo de pocos años ya vi que se mezclaba también mucha gente muy lejana a mis ideas. Hicimos una banda que se llamaba Disidente, luego Anarquía Vertical y por aburrimiento montamos Nueva Fuerza, que ha acabado siendo mi favorita. Tengo muy buenos recuerdos de ser los únicos críos de cada concierto y estar haciendo música así. Me acerqué al punk y me alejé del hardcore straight edge, igual que me acerqué cada vez más al anarquismo mientras dejaba atrás un buen lío de ideas.
Hicimos Ultra, una banda de hardcore/punk, y nos fuimos de gira. Primero a Reino Unido en 2016. Luego por Europa un par de semanas ese mismo año. Al año siguiente estuve casi dos meses en Estados Unidos girando entre coches alquilados y una furgo que compramos por $500 o algo así. Ya conté algo de esto. En aquel momento tenía veintidós años. Luego vinieron Corea del Sur y Japón en 2018, además de otra vuelta a EEUU, y a partir de ahí repetimos varias veces la mayor parte de esos lugares. Alrededor de 2019 se acabaron todas esas bandas e hicimos Alg4ra. Pocos meses más tarde entré en Irreal. No dio tiempo a estrenarnos demasiado, porque llegó la pandemia y empecé a hacer música en casa. Pasaron dos años largos y con el tiempo me acabé montando un pequeño estudio y volvieron las giras que continúan a día de hoy.
Grabo cintas de cassette a mano de forma bastante rudimentaria, y me he hecho un sello que realmente no es un sello, sino un simulacro de sello. Se llama Atemptat Sonor. Hago tan pocas cintas que da risa, pero en prácticamente todos los proyectos he participado yo o soy yo solo haciendo música. No vale la pena ni que lo escuchéis, pero ha ocupado gran parte de mis últimos dos años. El otro sello que ha sacado prácticamente todas mis bandas es La Vida Es Un Mus, un sello que sí es de verdad además de ser el pilar que nos ayuda constantemente a financiar varias locuras musicales y giras. Más recientemente, y como ya he dejado por aquí constancia, hemos podido visitar gran parte de la península ibérica, Turquía, Georgia, y varios sitios que no sé ni dónde están. El punk es una pasada.
Este año hace diez años que di el primer concierto en mi vida. Llevo mucho más tocando, pero ahí empezó todo. De esta década me quedo con todos esos espacios okupados que nos han acogido en medio mundo, y todas esas personas dedicadas al DIY. Lo que mejor he aprendido de esto es que no puedes esperar nada, lo debes hacer tú. Esas más de veinte ediciones físicas que he publicado desde entonces dan cuenta de diez años frenéticos, en los que no hubiese podido hacer más cosas. Cumplo treinta, y ha valido todo mucho la pena.
per molts anys! <3